ESCENA 02. El campo del alfarero.

Entre comillas y demás salvaguardas, cuentan los evangelios apócrifos que Judas Ish-Kraiot siempre estuvo interesado en comprar un campo cercano a Thafeth, en el valle de Ennom, un terreno fértil propiedad de un alfarero. Dominado por este deseo y por sentirse discriminado por Cristo y los restantes once discípulos que eran de Galilea y que le mostraban hostilidad por ser el único nacido en Judea, traicionó a Jesús y pactó su entrega con tres portavoces del Sanedrín, el uno un sumo sacerdote del Templo, el otro un miembro del Consejo de Ancianos, y el tercero un principal de la guardia de Herodes Antipas.

Esparcieron en la mesa el precio convenido, diez monedas de plata cada uno, treinta en total, bajo promesa de que Judas identificaría a Jesús de entre sus seguidores.

- Veinticinco monedas son suficientes, -Judas separó cinco monedas del montón de las treinta-, si además, en agradecimiento, sumáis al trato el cargo de Contador del Tribunal. -Los delegados mostraron su asombro ante la repentina modificación de las condiciones negociadas previamente-. Curioso problema. Es imposible repartir en igualdad cinco monedas de plata entre vosotros tres. Propongo que cojáis una moneda cada uno y donéis las dos restantes como ofrenda.

- No tenemos competencia para aceptar este nuevo trato.

- La rebaja es substanciosa y mi dominio de los números, indiscutible -Los miraba con fijeza y superioridad-. Calculad conmigo. Cada uno de vosotros tres aportáis diez monedas y cada uno de vosotros vuelve con una en la talega, es decir, gasta nueve. Tres veces nueve suman ...

- Veintisiete.

- Más las dos de la ofrenda

- Veintinueve.

- Entonces, ¿dónde se esconde la moneda treinta? -Se giró con arrogancia y culminó su astucia-. Si Caifás la encuentra, igualmente podrá encontrar sin mi ayuda al que dice ser Hijo de Dios.

Es sabido que al de nada, Judas guió a un grupo de soldados al huerto de Getsemani, besó a Jesús a modo de señal y aquellos le prendieron y lo condujeron ante el Sanedrín, evidencia inequívoca de que Caifás aceptó las exigencias del apóstol traidor.

Judas Ish-Kraiot compró el campo del alfarero. Sin apenas disfrutarlo, murió terriblemente, en extrañas circunstancias. Según San Pedro, "se cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas". Según San Mateo, "arrepentido por la suerte que hubo corrido Jesús, se ahorcó de un olivo". Según el acta que redactaron los escribas del Templo de Jerusalén, "después de ser nombrado Contador del Tribunal, varios sicarios lo emboscaron y lo desmembraron, hasta que agonizando, confesó el enigma de la moneda treinta".

A partir de aquel suceso, el campo fue llamado Haceldama, que en arameo significa “campo de sangre”. Y como nadie lo quiso desde entonces como suyo, lo utilizaron como lugar de sepultura para los forasteros.